Estimado señor Repsol:
Me dirijo a usted en calidad de usuario de las miles de estaciones de servicio que tiene su familia distribuida por toda la península.
Quería hacerle llegar una pequeña queja o disconformidad con los servicios prestados en sus estaciones de servicio, mi queja no es sobre los combustibles, ni sobre la calidad de estos, ni sobre los abusivos precios que usted y el resto de familias que se dedican en este país al negocio de los carburantes, (entiéndase Cepsa, BP, Petronor, etc.…) ponen a los combustibles, mi queja viene por lo que usted obliga a hacer a sus empleados de caja, obligándoles a que en los 2 minutos que tardamos en pagar nos bombardeen con toda clase de ofertas absurdas.
No sé si será su caso pero yo cuando acudo a alguna de sus estaciones de servicio voy por necesidad no es que me apetezca, voy por el simple hecho de que necesito echar carburante casi a diario por motivos laborales y porque mi empresa me suministra una tarjeta solred para que pueda repostar.
Pues bien si yo quiero comprar garbanzos, legumbres o arroz, como comprenderá el último sitio donde iría a comprarlo es a una gasolinera, si quiero comprar aceite de oliva (por lo menos venden aceite de esta tierra que es de agradecer) iré a una de las muchas cooperativas oleícolas que hay en mi provincia, que seguramente me saldrá mucho más barato y los beneficios se los llevaran los agricultores y el queso manchego se compra en las charcuterías o en los supermercados. ¿Acaso a usted señor Repsol le haría gracia que el charcutero de mi barrio me vendiera garrafas de 5 litros de gasoil?
Otro de los puntos en discordia son las supuestas ofertas que nos ofrecen en sus establecimientos, creo que con 27 años que tengo soy capaz de decidir por mí mismo, cuando quiero un paquete de chicles es porque quiero uno, no hace falta que sus empleados me inciten a la compra indiscriminada de chicles por una “supuesta” oferta. Cuando compro una coca cola suele ser porque tengo sed y no por que quiera que uno de sus empleados me quiera vender aparte de la coca cola un sándwich de cangrejo (que por cierto lo del cangrejo es por marketing, porque yo en el sándwich no lo he visto nunca), la oferta seria que no me vendiera una lata de coca cola que cuesta 40 céntimos en el supermercado por un euro veinte.
Deje a sus empleados hacer su trabajo que es echar gasolina a los coches como se ha hecho toda la vida y no que tenga que echármela yo, que limpien los cristales mientras se llena el coche, que cobren y deje de vender legumbres, quesos y aceite de oliva que para eso ya hay tiendas que se dedican a esa labor.
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