Hoy hace 365 días, 11:00 de la mañana consulta de medicina fetal, un dopler, un médico rumano o ruso (vaya usted a saber) y una frase: 35 semanas, él ya está bien mejor sacarlo.
Era pronto… falta más de un mes para la fecha marcada por todos. Nos dirigimos a la entrada de maternidad, esperamos turno para entrar en monitores. Mientras algunas mujeres resoplan por las contracciones o por los dolores, otra madre llora por la incertidumbre. Por mucho que la intente calmar ella no estaba preparada para esto. De hecho la noche anterior no me dejo que te preparara la maleta, decía que estaba loco y tuvimos una discusión, le hice caso (es mejor que no tengas problemas con una mujer y sus hormonas).
Después de muchas vueltas por el materno infantil, muchas preguntas, incertidumbre, por fin se llevan a tu madre a quirófano eran las 7 de la tarde, un día de mucho calor, allí estaba tu “mami”, Inma, yo y seguro que me olvido de alguien, pero en ese momento solo tenía 2 cosas en mente.
De repente una imagen fugaz, una bata verde y una voz: “corre ven” (si me preguntaras quien me dijo eso no te lo sabría decir no le vi ni la cara), me llevo corriendo hasta los ascensores. Corriendo por el pasillo aparecieron 1 doctor y una doctora con incubadora, allí estabas tú, envuelto en una manta. Solo me dio tiempo a verte mientras se abría la puerta del ascensor, pero el tiempo suficiente para ver los ojos más abiertos y más rebosantes de vida que había visto nunca.
Una de las cosas que tenía en mente estaba bien y solo me quedaba saber cómo estaba la otra. Al poco me dejaron entrar a verla, estaba tan guapa como siempre y solo hacía que preguntarme por ti.
Esa noche fui yo solo a verte y me di cuenta lo que me esperaba de aquí en adelante, visitas cada 3 horas, a partir de las 9:00 hasta las 24:00 para darte de comer, cola delante de una puerta, batas verdes, fundas en los zapatos, lavarse las manos, antiséptico todo esto para pasar 15 minutos pudiéndote tocar y darte de comer atraves de unas ventanitas en una urna.
Allí dentro te das cuenta de la fuerza que tenéis, aun siendo unos renacuajos os aferráis a la vida como si fuerais unos jabatos. Hay que decir que tú eras uno de los más afortunados, un kilo setecientos pero sin ningún problema. Había historia de todas las clases, historias tristes, historias felices, historias de presidiarios, pero al fin y al cabo historias de vida.
Vida que no habría sido posible si no fuera por esos Ángeles que se movían pos los pasillos de neonatos, dando de comer a los peques que por algún motivo no habían ido sus padres, que os lavaban, que os cuidaban, que os hablaban, que os cantaban, que a la mínima mancha os cambiaban toda la ropa de la cuna. Uno de esos Ángeles que tenía una voz muy dulce, decía de ti que tenías un tipazo del diez, que tenías unos abdominales que parecían una tableta de chocolate. Creo que me faltara tiempo en esta vida para agradecer todo lo que hicieron por ti.
Esta fue nuestra vida durante los 25 días siguientes, daba igual todo lo demás, solo importabas tú. El resto del año…. Como un niño normal, cólicos del lactante, los dientes, los gases, los biberones a altas horas de la madrugada, de peso ya estas normal se ve que todo lo que no comiste dentro de tu madre te lo estás comiendo ahora.
Dentro de unas horas, se juntaran muchas personas que te quieren para celebrar tu cumpleaños, no son todas hay mucha gente que no puede venir, pero seguro que se acuerdan de ti. Tu madre ha intentado que aprendas a soplar, doy fe de ello, pero está claro que tu no estas por la labor, pero seguro que habrá muchos amigos que te ayudaran.
¿Y lo del tatuaje?
Eso igual en otra entrada o mejor que te lo cuente tu madre.
FELIZ CUMPLEAÑOS CHEMA.
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